Decidí quedarme con lo simple, con lo ordinario,
con eso que precisamente se desestima y es visto como poco.
Me quedo con la presencia, con la compañía, con una cena
casera, con las risas frente a la tele mientras te abrazo...
Caminar de la mano un domingo fingiendo hacer ejercicio,
una cerveza y una pizza depués de la misa de 7 pm.
Una tarde con amigos, tertuliando anécdotas y fracasos,
besarte orgulloso, presumido por sentirte mía...
Me quedo con las dificultades y los momentos de escasez,
que nos hacían recordar que nos teníamos el uno al otro.
Me quedo con lo hecho con esfuerzo y sacrificio, con la primera
cama, la primera olla, el primer sofá, la primera ida a la playa...
Me quedo con lo que una vez fue todo lo que teníamos y
que para ti se convirtió en la causa de tu frustración y enojo.
Me quedo con lo indigno, con lo difícil, con las noches en vela
cuidándote, me quedo con lo que sentí y viví con intensidad y simpleza...